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Mitos y leyendas del mundo clásico.

sábado, 16 de mayo de 2015

La primera guerra bárbara.


Tras haber sido un modelo de civilización, los romanos tuvieron que enfretarse a varias invasiones bárbaras. Bárbaros eran considerados aquellos que eran extranjeros, ajenos al modelo de civilización romana. Para los romanos eran inferiores, pues era sinónimo de personas salvajes, en definitiva, no civilizadas.
 Aunque la importancia del ejército era vital en el pueblo romano, jamás podrían llegar a la figura de cónsul, papel ocupado por aquellas familias importantes. Esto supuso un problema más adelante, pues cuanto más conquistaban, más poder tenían, lo que terminaba corrompiendo a la sociedad. Esto llevó a una alta corrupción.
 Así pues, una tribu del norte de Europa, los cimbros, partieron hacia Roma, conocedores de su poder. Se creía que eran alemanes, debido a sus ojos azules y su gran estatura. Parecían de la Edad de Hierro. Quizás lo que buscaban era únicamente las riquezas del Mediterráneo.
Sin embargo, no fueron los únicos en emprender una invasión al pueblo romano. También destacan los teutones y ambrones.
 Los cimbros se dirigieron hacia Nórico, pueblo que controlaba la frontera de los Alpes, la única frontera entre los bárbaros y romanos.


Tras el éxito de conquista por los cimbros, el pueblo romano que se encontraba en Nórico pidió ayuda a Carbo. Los soldados de Roma lucharon contra los bárbaros. Sin embargo, los extranjeros les dijeron que querían volver a su territorio de manera pacífica. Carbo fingió aceptar este pacto y, buscando la victoria final, planificó un ataque. Como consecuencia de este engaño, los bárbaros buscaron venganza. Aun así, Carbo llegó más lejos y asesinó a los embajadores de los cimbros. Esto aumentó el deseo de venganza de los cimbros, aliándose en un gran y fuerte ejército que consiguió entrar en Nórico y quedarse en este territorio. Los romanos tomaron a las mujeres como símbolo de que los cimbros venían para quedarse por un largo tiempo.

 A continuación hacia el 104 a.C., Mario y sus tropas avanzaban hacia la Galia para enfrentarse a los Cimbrios, pero los bárbaros justo en ese momento abandonaron sus tierras para invadir Hispania. Los bárbaros no aparecían y Mario fue reelegido cónsul de la guerra una vez tras otra ante las amenazas germánicas.
 En el 102 a.C. Cimbrios, Teutones y Ambrones partieron hacia Roma. Mario protegió Aurasio y Norica para evitar que pasaran de los Alpes. Al poco tiempo estos límites fueron rodeados por los bárbaros aunque no consiguieron pasar, a pesar de no rendirse y seguir intentándolo. Mario los siguió con sus soldados hasta Aquae Sextae donde acamparon. Los Ambrones y los Teutones estaban a las orillas del Ródano donde comenzó la batalla. Mario mandaba refuerzos, pero del campamento de los bárbaros salían a la lucha mujeres en defensa de su lema: “Vencer o morir”.
 Una vez vencidos los germánicos, Mario dispuso una trampa con Claudio Marcelo ante el posible ataque del rey de los Teutones. La intuición del cónsul no fue fallida y gracias a su plan vencieron a los Teutones.
 Los romanos volvieron a elegir a Mario como cónsul ante el miedo de que los bárbaros saquearan Roma. Al mismo tiempo los Cimbrios consiguieron traspasar la frontera en Norica y se acercaban a Roma por las orillas del Po. Mario y sus tropas volvieron a la lucha. En el campamento romano los Cimbrios mandaron a un mensajero para comunicarles que no querían atacar sino sólo tierras como las que habían recibido los Teutones. Obviamente los Cimbrios no estaban al tanto de la derrota de sus aliados hasta que Mario le mostró al rey de éstos encadenado.
 Ante esta guerra contra los Cimbrios los romanos seguían siendo inferiores en número de combatientes y ante la falta de esperanza sacrificaron a un animal para ver si los dioses estaban de su parte, y así era.
 En el campo de batalla, Mario colocó a sus soldados de manera que el Sol saliera detrás de ellos y su luz se reflejara en las armaduras proyectando destellos. Los bárbaros creyeron que el cielo estaba en llamas y que los dioses ayudaban a sus enemigos. Los romanos aprovecharon y atacaron acabando con los germanos de una vez por todas.
 Al volver a Roma, Mario era considerado el héroe salvador de la República y cada vez estaba más cerca de ser emperador. Ante la falta de apoyo por parte de la aristocracia, Mario buscó esta ayuda en los políticos corruptos partidarios de la violencia como solución.
 Finalmente en el 86 a.C., cerca de su muerte, sigue contando con el apoyo popular y es elegido para un séptimo mandato consular. Ahora cuando se acercaba la dictadura, el poder del dinero y el respaldo popular eran el apoyo y la amenaza a los políticos, el principal problema para Roma, que iniciaba un periodo de injusticia política y un problema del que jamás se alejaría.

Ante la escasez crítica de soldados, el nuevo cónsul Mario vio como única solución reclutar a soldados de entre las personas pobres sin tierras fijándose en su actitud para el combate.

-REALIZADO POR:
Beatriz Muñoz Ruiz
Elisabeth Martínez Ruiz
Conchi Curiel Egea
Rosa López de Ahumada Ranchal

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